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Comunidad y resiliencia tras el huracán Helene

En los días siguientes a la catástrofe, el tiempo parecía haberse detenido y Marya se enfrentaba a retos abrumadores. Sin electricidad, su bomba de sumidero falló y no pudo evacuar el agua de su casa. El moho se extendió rápidamente, agravando la dificultad de vivir en una casa ya inhabitable. Las carreteras seguían intransitables, bloqueadas por árboles y derrumbadas en algunos lugares. Incluso salir de casa para pedir ayuda o ver cómo estaban los vecinos se hizo difícil, y el acceso a las necesidades básicas era casi imposible.

Destrucción por el huracán Helene

Cuando el huracán Helene arrasó Black Mountain, una pequeña localidad cercana a Asheville (Carolina del Norte), la comunidad experimentó una devastación sin precedentes.

Marya, una residente local, fue testigo de cómo una riada de 3 metros de ancho descendía por la montaña, salvando por poco su casa de ser arrasada, pero dejándola completamente inundada. Los árboles caídos bloquearon los accesos, el barro se tragó las carreteras y las líneas de electricidad e Internet fueron arrancadas y arrastradas por las aguas, aislando a los residentes de los recursos esenciales durante semanas.

Destrucción por el huracán Helene
Superviviente del huracán Helene
Destrucción por el huracán Helene

Marya, superviviente del huracán Helene e instantáneas de la devastación de su hogar y su comunidad.

En los días siguientes a la catástrofe, el tiempo parecía haberse detenido y Marya se enfrentaba a retos abrumadores. Sin electricidad, su bomba de sumidero falló y no pudo evacuar el agua de su casa. El moho se extendió rápidamente, agravando la dificultad de vivir en una casa ya inhabitable. Las carreteras seguían intransitables, bloqueadas por árboles y derrumbadas en algunos lugares. Incluso salir de casa para pedir ayuda o ver cómo estaban los vecinos se hizo difícil, y el acceso a las necesidades básicas era casi imposible.

"Ha sido un colapso total de los sistemas que das por sentado".
Marya, superviviente del huracán Helene

Marya y su comunidad necesitaban recuperar la normalidad lo antes posible, para que la vida pudiera empezar de nuevo. A pesar del agotamiento que supuso superar un reto tras otro tras la catástrofe, Marya encontró esperanza en su unida comunidad. Los vecinos se unieron con amabilidad y generosidad, compartiendo comidas y comprobando constantemente cómo estaban los demás, incluso cuando lo habían perdido casi todo.

El apoyo llegó de todos los rincones del país, y Marya encontró más esperanza en los voluntarios de All Hands & Hearts que la ayudaron a limpiar su propiedad. Nuestra presencia le demostró que la recuperación no se afronta en solitario, sino que es compartida por la comunidad y por quienes dan un paso al frente para ayudar.

Empezar cada día con el corazón abierto y agradecido

"La comunidad es el tejido más grande de nuestras vidas, es cómo estamos todos entrelazados.
Mis vecinos uniéndose para ayudarse unos a otros después de la tormenta.
La comida, el agua y la ayuda que se ha donado desde todo el país como parte de una comunidad aún mayor.
Es simplemente el tapiz de la humanidad".

Marya reflexionó sobre el significado de la comunidad


Estamos orgullosos de apoyar a comunidades como la de Marya después de una catástrofe. Cuando la resiliencia se pone a prueba hasta el final, la fuerza de la comunidad proporciona un salvavidas vital, un tejido interconectado que sostiene la esperanza y la curación.

Ayuda a las víctimas del huracán Helene DART

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