PUERTO RICO SE LEVANTA
Tres generaciones de mujeres sobre la vida después de María
3 DE MARZO DE 2018
"Tengo cuatro hijos. Tres niñas y un niño. Tuvieron sus momentos, pero todos son inteligentes. Mi hijo y su primo rompieron la puerta principal una vez", ríe Teresa, "pero todos eran buenos chicos".
Ahora tiene 10 nietos y ayuda a Luisa, que vive a escasos metros. Puede que su madre tenga 87 años, pero Luisa manda en la propiedad. Su lenta entrada se ve ayudada por un andador y una voz rotunda, tanto para burlarse como para reprender a cualquiera que se encuentre en su camino. Se asoma al balcón para regañar a un voluntario por seguir trabajando en lugar de comer el tradicional almuerzo puertorriqueño y el café dulce que preparó para el equipo.
Teresa y Luisa suelen estar acompañadas por Joleska, la nieta de Teresa, que vive con ella desde la tormenta mientras estudia enfermería. Terminará los estudios esta primavera. Joleska es de voz suave, con los mismos comentarios agudos que su abuela. Se ríe en voz baja cuando Teresa se burla de los voluntarios. "Las mujeres trabajan más que los hombres", le susurra a la jefa de equipo Ashley, reprimiendo una carcajada antes de llamar al resto de los voluntarios. "Cuidado con el techo. No os caigáis. No tengo seguro", bromea.
Las tres mujeres hablaron en diferentes momentos sobre el huracán María, pero el mensaje era el mismo: María no fue amable. "Fue una bestia", dijo Luisa simplemente, arrastrando los pies desde el porche hasta su sala de estar para descansar. Joleska no podía describirlo. "No tengo palabras para ello. No era real". Teresa, su marido y su madre se refugiaron en el sótano de su casa durante casi 20 horas durante la tormenta, escuchando los aullidos y choques en el exterior mientras María causaba estragos en Puerto Rico. Al final, el noventa por ciento de su techo había volado o se había roto por los vientos y las fuertes lluvias.
Es esta actitud la que ha impulsado al pueblo de Puerto Rico a superar la tragedia de María. Teresa, al igual que muchos otros propietarios de viviendas, está decidida no solo a vivir con autenticidad tras el desastre natural más devastador de la historia reciente de Puerto Rico, sino también a recordar a los demás que hay más vida en su hogar que la que destruyó María.
Ella y Joleska pasan el tiempo mostrando a los voluntarios fotografías antiguas, enseñándoles su pequeño jardín en macetas y contando los pollitos que siguen a sus gallinas por el patio. Aunque gran parte de su casa está envuelta en lonas azules para evitar más daños causados por el agua, ella las levanta alegremente para mostrarles su cocina y sus armarios, la ropa que tiene en su ropero y las sillas heredadas que se encuentran en la entrada principal.
Puerto Rico Se Levanta está pegado en todas las paredes, ventanas y puertas tapiadas de Puerto Rico. "Puerto Rico se levanta". Esta es una frase común entre la gente, y no por ello deja de ser cierta. La risa de los Beinta, su fácil amistad con los voluntarios y su vida continua después de lo que algunos llamarían "una pesadilla" es un verdadero testimonio de la naturaleza de Puerto Rico.
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Historia y fotos: Hannah Farajpanahi para All Hands and Hearts